La perversidad del discurso del padre James Martin, el sacerdote gay friendly jesuita (y probablemente también homosexual : podéis leer mi análisis detallado y en francés de su libro Building a Bridge) que acaba de abarrotar la sala en Dublín (Irlanda) afirmando, entre otras cosas, que nosotros católicos homosexuales somos « tratados como leprosos » incluso dentro de la Iglesia, es que tiene razón en su constatación de partida. ¡ Cómo no lo voy a saber ! : Somos tratados como leprosos, como bastardos. Es verdad. Sin embargo, su error (y ahí radica toda la duplicidad satánica de la victimización), son las « soluciones » que este impostor brinda para reparar la vergüenza (devastadora para todos los católicos) que subraya. Ya que, dista de ayudarnos, nos esconde la única solución que nos permitiría salir de aquella injusticia, de aquel aislamiento y de aquella homofobia vigente dentro de la Iglesia : la continencia (que no es para nada el camino triste de la abstinencia, del autocontrol y de la extinción de la tendencia homosexual, sino el camino explosivo, divertido y alegre del don de su homosexualidad al mundo y a la Iglesia a través del apostolado de la homosexualidad). El padre Martin huele la buena pista sin anunciarla, e incluso indica otro camino. Por eso el discurso que plantea es particularmente peligroso. Y va a convencer a muchos católicos, puesto que los católicos conservadores son un desastre para hablar de la homosexualidad, y los católicos progresistas o moderados (la mayoría de los católicos) se dejará culpar a causa de una marginación CONCRETA de las personas homosexuales cristianas.