Cuando eres católico y homosexual, absolutamente nadie te respalda públicamente, y eres rechazado por 4 clases de población : por la mayoría silenciosa de las personas homosexuales (que te considera como un peligroso homófobo interiorizado, un traidor a su reconocimiento social) Y por una gran mayoría de los católicos (y entre ellos, hay 3 sub-categorías : 1) los conservadores – a quienes asustas y que consideran que no crees bastante, porque si realmente creyeras en Dios, ya no dirías y ya no te sentirías más homo -, 2) los indiferentes – que no te entienden y piensan que te comportas como una princesa que le confiere al tema la importancia que no merece -, 3) los progresistas gays friendly – que te llaman fundamentalista porque estás tratando de defender lo que dice la Iglesia sobre la homosexualidad y de explicar cómo la práctica homo es ambigua, limitada y no deseada por Dios). En resumidas cuentas, sin victimizar, ésta es la situación. Te disparan por todos lados. Te ponen al margen de la sociedad y de la Iglesia. Asustas a todos. Y la peor parte es que te dicen que tú te aislas mientras que concretamente eres tú a quien están aislando.