El reto escondido de la homosexualidad no es simplemente acogernos y acompañarnos a nosotros personas homos por el mero pretexto de que formaríamos parte de la Iglesia y sería importante respetar a todos y abrirse a la diversidad de las comunidades cristianas. Si sólo fuera por eso, ¿ por qué no también a las personas minusválidas, obesas o pelirrojas ? Pero la cuestión de la homosexualidad supera a las personas que sienten esa tendencia y supera el enfoque de la acogida y de la defensa de las diferencias/la diversidad. Puesto que la homosexualidad es la coartada n°1 que alimenta la idolatría mundial por la palabra « Amor » o « Diferencia », puesto también que constituye el punto de lanza del anticlericalismo actual (más aún que el aborto, la pedofilia, la eutanasia, las mujeres sacerdotes, los métodos de contracepción, el célibe de los curas… dado que la gente mayoritariamente no entiende por qué la pareja homo es/sería pecado y no es/sería Amor), ella atañe a la diferencia de sexos (Humanidad, matrimonio hombre-mujer, familias) y a la diferencia Creador-criatura (Iglesia, sacramentos, Jesús), es decir a las dos condiciones de existencia del Amor, de la Humanidad y de Dios. La homosexualidad nos lleva mucho más allá del resentimiento sensible homosexual y de las personas homosexuales. Y sin embargo, desgraciadamente, su universalidad e importancia pasan casi totalmente desapercibidas por los católicos.