Francamente, aunque mi fe en el Espíritu Santo revelado plenamente en/por la Iglesia Católica-Institución y en particular a Francisco y al Papa Benedicto XVI se mantiene intacta, no puedo dejar de observar tres espejismos (persistentes) que la gran mayoría de los católicos y cardenales alimenta, sobre la segunda parte del Sínodo :
1) Que este Sínodo sería un Sínodo « sobre la familia ».
No. Esto no es un Sínodo sobre la familia, a pesar de su título y de su pretensión. Se trata en realidad de un Sínodo sobre el celibato (consagrado y cuya forma es la continencia). Se trata de un Sínodo, por lo tanto, sobre la Iglesia, sobre todo el cuerpo eclesial y su viabilidad/legitimidad.
2) Que este Sínodo no levantará grandes olas.
Podemos desearlo y rezar por ello, sin embargo la cosa se presenta mal. El reto oculto del Sínodo es considerable : evitar el cisma. Digo « oculto » porque el Papa y sus cercanos tratan de minimizar este riesgo, de mantener un perfil bajo, de tranquilizar a lo católicos antes del tsunami progresista que llega sobre el Vaticano (Se olvidan demasiado rápidamente del otro progresismo – igual de terrible como el oficial – defendido por los tradicionalistas y conservadores entre los católicos, que sueñan con una « reforma » que hace progresar a la Iglesia hacia atrás). Por precaución táctica, las cabezas pensantes/rezantes del Vaticano anuncian que no anunciarán nada nuevo, nada « revolucionario », y que desilusionarán a muchos. Pero yo no sería tan optimista. ¿ Los católicos se dan cuenta de que el peligro no está detrás, pero sobre todo frente a ellos ? ¿ Rezan por las buenas intenciones? Yo no lo creo para todos.
3) Que la homosexualidad occupa un sitio-anexo en este Sínodo.
Es absolutamente erróneo creerlo. La homosexualidad es el principal punto de crispación del Sínodo, aunque la Curia aún no quiera admitirlo (y la eluda con el expediente de los divorciados que se han vuelto a casar) y quiere hacer de ella un fuera-de-tema, sirviéndose, por otra parte, de la fuerte ola emocional de indignación generada por el escándalo de la apertura de la segunda parte del Sínodo : la salida del armario del sacerdote polaco Charamsa. Este acontecimiento sólo es el fuego – sin duda impresionante, pero aislado y rápidamente dominado – que esconde otro fuego más grande : el incendio de la tibieza eclesiástica en cuanto a la bipolaridad heterosexualidad-homosexualidad, del miedo interno a denunciar el mito del « amor homosexual » y a proclamar la santidad en el marco del celibato continente, a la defensa ciega de la heterosexualidad (entendida como la diferencia de sexos). He escogido al azar en Facebook (véase más bajo) varias reacciones de católicos (e incluso un extracto en el Padreblog ) supuestamente sólidos, que son muy timoratos o inexactos respecto al análisis de la homosexualidad y de la heterosexualidad. Reducen el escándalo de la salida del armario del padre Charamsa a un asunto de adulterio universal y de ruptura del voto de castidad en el sacerdocio, para desligarse de explicar que son también la homosexualidad, la creencia en la heterosexualidad y la creencia en el amor homosexual que son problemáticas dado que constituyen graves factores agravantes adicionados al pecado de adulterio y a la desobediencia anti-sacramental planteados por una minoría de curas que han colgado el hábito. Como lo explico desde hace mucho tiempo ya, la homosexualidad es el único tema que divide realmente a la Iglesia de una manera impensable. Yo diría que las tres cuartas partes de los católicos creen en el « amor homosexual », y que la cuarta parte restante no sabe por qué se opone a ello, ni cómo explicar por qué no cree en ello (excepto bíblica y sacramentalmente) ni le apetece oponerse a ello. Porque es un tema objetivamente espinoso, impopular, difícil de aclarar. Incluso cuando hablamos bien de la homosexualidad, despertamos una división fuerte en el mundo y en la Iglesia, y somos mal entendidos/odiados/temidos por la gran mayoría de nuestros parientes, incluyendo a los católicos (¡ puedo decirlo además con conocimiento de causa !). No estoy soñando. Durante las conferencias pre-sinodales que tuvieron lugar en Roma antes del domingo pasado, nada indicaba que – incluso en las mesas redondas destinadas a abordar directamente el tema de la homosexualidad – la homosexualidad y la heterosexualidad fueron tomadas en serio y verdaderamente afrontadas.
Ilusionándose que el desalojo posterior a la salida del armario de un miembro de la delegación de la Doctrina para la Fe alejaría milagrosamente el problema, muchos católicos no se imaginan que, aunque los ejércitos progresistas y gays friendly de Faraón (= la heterosexualidad) estén detrás de ellos, ¡ el mar (= la Iglesia) está a punto de partirse en dos frente a ellos ! ¡ En cuanto al peligro del cisma, yo, personalmente, prefiero desafiar de frente al Cerbero con tres cabezas ! Esta es la mejor manera de derrotarlo, creo. Esa es la Esperanza. No simplemente un deseo piadoso « optimista » basado en una falsa idea de « unidad eclesial ». Y tal vez el cisma sea evitado.
Ver la traducción francesa de este artículo en este link, así como otro artículo sobre el mismo tema. También un texto muy claro.