Originalmente, este artículo tenía que ser publicado en mi blog de Forum Libertas (crónica « Ariño Cariño »). Ya había escrito anteriormente tres otros artículos (1, 2 y 3) para aquel sitio español, antes de que me censuraran por esta cuarta entrada sobre los obispos españoles. Al parecer, no es de buen tono criticarlos…
La necesidad urgente de formarse
Lo digo con toda la Esperanza y el amor a la Iglesia-Institución que me habitan : al descubrir el discurso sobre la homosexualidad que van llevando muchos obispos españoles en estos últimos años, y sobre todo la última entrevista del cardenal Cañizares del 29 de marzo del 2017, tengo ganas de llorar. Debido a los errores que estos obispos dicen, a todas sus imprecisiones bien intencionadas o incluso provocadoras, a sus no-dichos, pero también a los ataques que han recibido y que caerán próximamente sobre ellos y la Iglesia en nombre de la homosexualidad. Porque sus meteduras de pata o su miedo a nombrar el mal son cuidadosamente registrados y ya tienen consecuencias dramáticas. La cuenta pendiente crece peligrosamente, hasta un punto de incomprensión y de ruptura irreversible.
En España, no hay 1 solo cardenal Barbarin (Gargamel para los íntimos)… ¡ sino una docena ! El objetivo de mi artículo no es cargar aún más a los obispos españoles (los hay que son estupendos), sino decirles que es urgente para ellos que se formen seriamente sobre el tema de la homosexualidad, y que paren de pensar que esta cuestión es anexa, mundana, demasiado peligrosa, o al contrario que la dominan perfectamente. El verdadero peligro es precisamente aplazar su tratamiento, o hablar mal de ella creyendo solucionarla rápidamente. El « a como caiga » o lo perentorio, respecto a la homosexualidad, mediática y mundialmente, ya no perdona. No bastan la benevolencia, o la postura miserabilista y compasiva del no-juicio a las personas. El exceso de seguridad tampoco. ¡ Doy la alarma !
Florilegio de las meteduras de pata episcopales
Las salidas de los obispos en España en relación con la homosexualidad son raras, pero ya más numerosas que en Francia. Y lo menos que se puede decir es que éstas no se distinguen por su sutileza, su clarividencia ni su humildad.
En general, los obispos/cardenales caen en los estereotipos homófobos más simplistas : la homosexualidad-enfermedad (mientras que en realidad un miedo o una herida – y la homosexualidad es un miedo – no es una enfermedad), la homosexualidad-ideología (mientras que la palabra « ideología » no significa ni nombra absolutamente nada), la homosexualidad-irrealidad (mientras que la atracción homoerótica no es un mito, sino una realidad y una condición concreta ; y la homosexualidad es un verdadero tema por estudiar), la homosexualidad-transición (mientras que la tendencia homo no es siempre/a menudo pasajera), la homosexualidad antinatural (¡ mientras que la homosexualidad suele traducir un fanatismo por la naturaleza, precisamente !), la homosexualidad-rechazo-de-alteridad (mientras que la homosexualidad activa incluso puede ser una experiencia de alteridades), la homosexualidad-infecundidad (mientras que algunas « parejas » homos hacen bien en su alrededor y no son estériles), la sexualidad-procreación (mientras que la procreación no es la finalidad de todo amor humano, incluso en el matrimonio mujer-hombre), la homosexualidad-fin-de-civilización (la homosexualidad es un síntoma de decadencia civilizacional, ¡ pero se ha de explicar por qué y de arremeter contra la heterosexualidad !), la homosexualidad-especie (mientras que « los homos » y « los heteros » no existen), la homosexualidad-maldad (mientras que las personas que defienden la homosexualidad e incluso que la practican no tienen malas intenciones y están convencidas de hacer el bien), la homosexualidad-homofobia (de ésta, nadie habla, porque todos desprecian por error la palabra « homofobia »), la homosexualidad-violencia (mientras que la práctica homosexual también tiene sus delicias, su ternura, sus beneficios), la homosexualidad-lobby (mientras que dentro del llamado « lobby gay », no hay casi nadie, y se encuentra sobre todo el lobby heterosexual), la homosexualidad-mafia (¡ mientras que las personas homosexuales se huyen entre ellas y no se llevan lo bastante bien como para formar una mafia !), la homosexualidad-zoofilia (mientras que las personas homosexuales son seres humanos), la homosexualidad-peligro-para-la-juventud (mientras que los niños pueden ser correctamente criados por « parejas » homos y no crecer traumatizados), la homosexualidad-tristeza (¡ mientras que las personas homosexuales continentes son, por su extraño apostolado, los escudos humanos de la Iglesia y de los sacramentos, son la alegría de la Iglesia !), la homosexualidad-infierno (mientras que la comunidad homosexual se compone de humanos y algunas veces de amigos)…
Numerosos son los obispos que, por exceso de celo o de prudencia, se caen de narices cuando tratan de asumir una postura a propósito de la homosexualidad. Por ejemplo, en 2007, Mons Bernardo Álvarez (obispo de Tenerife) alegó que « el fenómeno de la homosexualidad es algo que perjudica a las personas y a la sociedad » (¿ Ah sí ? y la homosexualidad vivida en la continencia, ¿ qué ?), subrayando que « no es políticamente correcto decir que es una enfermedad de la naturaleza propia del ser humano » y que « debido a la homosexualidad, a la larga pagaremos las consecuencias como las han pagado otras civilizaciones ». ¿ Y qué es de la Buena Nueva por anunciar a las personas homosexuales ?
En 2012, Mons Juan Antonio Reig Plà (obispo de Alcalá de Henares) habló de las personas homosexuales como seres « llevados por muchas ideologías » (« ideología »… ¡ la palabra maleta ya ideológica en sí !) e hizo hincapié en que muchos casos de homosexualidad podían ser resueltos « con una terapia adecuada ». En 2015, durante el oficio del Viernes Santo, describió el mundo homosexual como la experiencia homosexual del « infierno » : « Os aseguro que a veces encuentran el infierno. » Este obispo puso en marcha un curso terapeútico para « curar la homosexualidad » (Es posible cambiar) y « hablar de sexualidad como Dios manda ». ¿ Cómo se puede soltar aquellas formulas-bombas sin explicación, sin amor, sin dejar a las personas la impresión de que serían malas, de que no serán rescatadas, de que las quieren cambiar y que no toman en serio su tendencia ?
En 2013, Mons Casimiro López Llorente (obispo de Castellón) escribió en una hoja diocesana que las parejas del mismo sexo provocan « el notable aumento de hijos con graves perturbaciones de su personalidad » y « el desarrollo de un clima que termina con frecuencia en la violencia ». ¿ Cómo es posible caricaturizar y pintar en negro la situación así ? Aunque moralmente no se pueda justificar « la homoparentalidad » ni considerar estas estructuras como « familias », es excesivo hacer de los niños criados por « parejas » homosexuales neuróticos y desequilibrados rodeados de violencia.
En 2014, Mons Fernando Sebastián Aguilar (obispo de Málaga) afirmó en una entrevista al diario Sur que « la sexualidad tiene una estructura y un fin, que es el de la procreación » y que « señalar a un homosexual una deficiencia no es una ofensa : es una ayuda porque muchos casos de homosexualidad se pueden recuperar y normalizar con un tratamiento adecuado ». ¿ Cómo se puede descartar así a los célibes y a las parejas mujer-hombre « estériles », imponiendo la procreación como único horizonte de la sexualidad ? El mismo Benedicto XVI nos advirtió de los excesos del natalismo : « Aunque la maternidad sea un elemento fundamental de la identidad femenina, no es de ninguna manera una excusa para considerar a la mujer sólo desde la perspectiva de la reproducción biológica. Puede haber al respecto graves exageraciones que exaltan una fecundidad biológica en términos vitalistas y que vienen a menudo acompañadas de un terrible desprecio por la mujer. […] No basta con dar la vida física para engendrar verdaderamente al otro. La maternidad puede encontrar formas de plena realización incluso donde no hay engendramiento físico. » (Joseph Ratzinger, Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y de la mujer en la Iglesia y en el mundo, 2004)
En 2014, Mons Jesús Catalá (obispo de Málaga) hizo, a ejemplo del cardenal Barbarin en Francia, la desafortunada comparación entre el « matrimonio homosexual » y la zoofilia, la poligamaia, la pedofilia e incluso el incesto, además frente a escolares : « La legislación española sobre el matrimonio es la peor del mundo, porque se habla de ‘cónyuge 1’ y ‘cónyuge 2’, que bien podría ser dos hombres, un hombre y un perro o un bebé y un anciano de 70 años. » ¿ No habría manera de limitarse a la violencia de la ley del « matrimonio homosexual » en sí, ya que hay más de lo suficiente por denunciar ? ¿ Para qué se necesita hacer asociaciones inútiles que pueden ser interpretadas como amalgamas ?
En 2015, Mons José María Martín de la Torre (obispo de Aguascalientes) definió la homosexualidad como una enfermedad, comparándola entre otras cosas con el sífilis : « Todos estos temas – aborto, matrimonio entre personas del mismo sexo – son enfermedades de la familia contemporánea ; unos más graves que otros, pero es necesario curarlos porque de otra manera la familia perecerá y perecerá la civilización, porque la familia es baluarte. » ¿ Cómo poner en el mismo plano el sífilis y la homosexualidad, o el aborto y el matrimonio homosexual ? Matar a un niño no es lo mismo que dos hombres que se presentan a alcalde. ¿ Y cómo comparar la homosexualidad a una enfermedad, cuando es un miedo a la diferencia sexual ? Qué vergüenza…
El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, en 2016, cargó contra el « Imperio gay » diciendo que éste armaba una « importante escalada contra la familia ». Acusó también al PP de complicidad con la comunidad gay, de ser « infectado ideológicamente por el lobby LGBT y la ideología de Género ». Una vez más, la retórica del contagio y de la ideología asusta más que nombra y explica. ¿ Dónde están en las enseñanzas de este obispo la pedagogía y la humanización de las personas ?
En 2016, Mons López de Andújar (obispo de Getafe), Mons Rico Pavés (obispo auxiliar) y Mons Juan Antonio Reig Plà firmaron una carta pastoral contra la Ley de Transexualidad elaborada por la Comunidad de Madrid (ley que se aprobó finalmente el 17 de marzo de 2017, con la abstención del Partido Popular), denunciando « la sumisión de las personas a un poder totalitario ». « Totalitario »… es una palabra que condena sin ninguna explicación.
La simulación de mea culpa… para luego justificar un endurecimiento autoritario : el caso Cañizares
Los peores no son tanto los obispos directos o silenciosamente prudentes. Son los que fingen golpearse el pecho o la compasión… para luego arremeterse aún más fuerte contra las personas homosexuales. Al principio, se deshacen en disculpas. Por los errores del pasado. Por las mujeres. Por la pedofilia. Y ahora por la homosexualidad. ¿ Y qué ? Pedir perdón, me parece bien, es muy hermoso si está relacionado con la Verdad-Caridad. ¿ Pero qué sentido tiene si no se solicita el perdón por las buenas razones, sino que estas disculpas se formulan solamente para guardar las apariencias, por conveniencia o por cobardía para ganarse el silencio y la paciencia de sus agresores sirviéndoles el discurso que esperan sin responder verdaderamente a sus preguntas ? ¿ De qué sirve la contrición si es una coartada para no hablar de homosexualidad o para no enunciar la propuesta de felicidad que la Iglesia ofrece a las personas homosexuales ? ¿ si se trata de una excusa para luego justificar una respuesta intransigente ?
La mejor prueba de este giro hipócrita, es la actitud del cardenal Cañizares, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, es decir el jefe de los obispos de España. En primer lugar, nos pega la estrofa del penitente… seguido de cerca por la estrofa no menos teatral de la franqueza, de la Verdad seca, de la obstinación orgullosa. Finjir bajar la guardia para a continuación darse el derecho a jugar más duro, ¡ eso sí que sabe hacerlo ! Valerse de un lenguaje sin concesión y « positivamente intransigente », « necesariamente duro » (porque según él, la Verdad debe lastimar, contraatacar), ¡ eso también lo sabe hacer ! Y, al final, en nombre de la lucha contra la « ideología », acaba por ser tan ideológo como sus oponentes y por usar conceptos igual de vagos o maniqueos : « ideología », « dictadura », « enfermedad », « fenómeno », « lobby », « perversión », « laicismo », los hechos/ideas antes que las personas (o dicho de otra manera, el sistema « lobby gay » por encima de las personas homosexuales), « transhumanismo », « maternidad subrogada », « Género », « libertad de expresión », « tolerancia », « discriminación », « deshumanisación », « anticlericalismo », ¡ y hasta « familia », « dignidad », « Verdad », « valores », « Esperanzas », « fragilidad », « libertad religiosa » y « Jesucristo ». ¡ Nos quedamos con una jerga política/eclesialmente correcta ! ¡ Sólo una sabiduría humana !
El cardenal dice por exemplo que « la Iglesia debe pedir perdón a los gays y a otra mucha gente ». Se nota en seguida en su discurso que la humildad y la concesión eran en realidad una cortina de humo. Sirven de excusas para justificar a continuación una venganza, un hablar sin pelos en la lengua, un radicalismo despectivo. « Yo estoy al servicio del Evangelio y, por tanto, la libertad mía nadie podrá hacerla callar. » (en el periódico El Mundo del 29 de marzo de 2017) A esto se le llama un paso atrás para saltar tres pasos palante y transgredir la línea de la Caridad.
El cardenal Cañizares es capaz de decir en la misma frase que hay que acogernos totalmente, a nosotros personas homosexuales, y al mismo tiempo, en nombre de un humanismo integral crístico, que esa tendencia sexual que sentimos – que no es nosotros pero que sin embargo a veces condiciona fuertemente nuestra identidad – no existe o no importa : « Hay que acogerlas con la máxima amplitud y cariño. En la Iglesia no deben ser excluidos, Jesucristo no hubiese preguntado a una persona si es homosexual. » (en el diario El Mundo)
En el fondo, el « perdón » de Cañizares no es efectivo. Se reduce a una fórmula convenida. La petición de disculpa es pronunciada con desgana, con un toque condicional. Con él, parece ser que siempre haya un « pero ». Diluye la homosexualidad en un universalismo que la pasa por alto, y luego en la comparación con los ataques anticatólicos que supuestamente la superarían en gravedad : « [El papa Francisco dijo que la Iglesia debe pedir perdón a los gays, y] lo acepto completamente. Hay que pedir perdón a los gays, pero no sólo a ellos, a mucha gente. Pero añado, la Iglesia es la única que pide perdón, los demás no piden perdón a la Iglesia. Se persiguen a miles de cristianos por el hecho de serlo y nadie se levanta contra eso ni se publica en los medios. Hay un control para que ciertas cosas no se digan. » (en el diario El Mundo)
Cañizares no se contenta con no reconocerse como un verdadero pecador y no digirse a nosotros personas homosexuales como pecadores amados y perdonados (el becerro gruesa esperará…), sino que encima, nos transforma en sistema opresor invisible, en infraestructura demoníaca y perversa infiltrada en los medios y en la política. « El colectivo LGTBI es un Imperio gay, no reconocerlo es estar ciego. No tengo nada contra los homosexuales, tengo amigos homosexuales y lesbianas. Con Imperio, hablo de lobbies, y los lobbies son imperios. Se ejerce un dominio en las legislaciones. » (en el diario El Mundo) ¡ Y claro, la evocación de los pocos « amigos homos » viene a coronar la homofobia paranoica !
Mons Cañizares suelta fórmulas grandilocuentes y amenazadoras, sin ni siquiera explicar los peligros que éstas levantan ni definir los términos, sin identificar que el Género es la heterosexualidad. Sólo por la satisfacción de « meterse en líos »: « La ideología de género es la más terrible de la humanidad. » (en el diario El Mundo) Lo peor es que estos golpes publicitarios magnifican lo que denuncian a la vez que no lo resuelven.
El cardenal « acelerado » no ha identificado en absoluto el Género tal como es, a saber la heterosexualidad. Prefiere caricaturizarlo como una « ideología », un « laicismo anticlerical » y una « dictadura », o bien como la negación de la realidad biológica, y una mala fe… cuando en realidad, los promotores del Género (que ni siquiera saben lo que es el Género : para ellos, sólo es « el Amor », es « ser uno mismo ») niegan tanto como sacralizan la ciencia y la naturaleza, y se creen que honran verdaderamente a Cristo y a los Hombres. Cañizares está totalmente desfasado : « Nacemos hombre o mujer, es evidente. Parece que en la ideología de género no importa la biología. ¿ Sabes cuántos géneros dicen que hay ? 35. Es grotesco. Género no es igual a decir homosexual, lesbiana, transexual… A los transexuales hay que aceptarlos y acogerlos, que se sientan en la Iglesia como en su casa, sin ser rechazados. Pero la ideología de Género dice que no hay naturaleza, que no hay cuerpo, que no hay biología… ¡que no hay Dios! Y eso es terrible para la humanidad. La ideología de Género no es feminista, ni mucho menos, la primera víctima de esa ideología es la mujer. » Uno se engaña con el Género y sus intenciones en cuanto piense que éste es anti-Vida, antinatural, anti-Realidad, anti-humano, anti-Iglesia. Al contrario, el Género se quiere imponer proponiendo y agregando. Pretende destruir construyendo. Desea matar al Humano glorificándolo, neutralizar la Naturaleza y la Realidad elevándolas al rango de nueva religión. El Género es una emanación espiritualista y sobrenatural del esencialismo de los natalistas religiosos, a los que pertenece Mons Cañizares sin su conocimiento. El cardenal valenciano convierte el Género en abstracción, en locura furiosa (mientras que esta ideología tiene una verdadera lógica), en deshumanismo (¡ mientras que el Género es el humanismo por excelencia !), en trastero de los malos pensamientos que no se tendría que analizar y al que no se debería prestar ninguna atención ni buena intención.
Hay malicia y orgullo detrás de la « postura de Verdad » del « humilde servidor de Cristo » que pretende ser Cañizares : « Me gusta ser políticamente incorrecto » (en el diario El Mundo) reconoce. Cuando la Verdad se vuelve una postura orgullosa basada en el anti-conformismo, en la ilusión de una transparencia justiciera y « crística », en un simulacro de humildad misericordiosa, en una parodia sincera de mea culpa, y en la enunciación de una Verdad estricta, es un antitestimonio horrendo. Observo una actitud similar con el cardenal Sarah o el cardenal Barbarin. La misma auto-satisfacción y la misma certeza farisea de ser deshacedor de entuertos. « No miento. La mentira está alejada de mi vida. Gracias a Dios. » (Mons Cañizares entrevistado por el diario La Razón, el 29 de marzo de 2017) ¿¿ Cómo se atreve a decir eso un cardenal ??
Además, Mons Cañizares es un falso rebelde, ya que en realidad, aprueba el lenguaje del mundo. Retoma literalmente las fórmulas demagógicas del liberalismo capitalista, del « humanismo integral » y del Gobierno Mundial anticrístico : « Tenemos que avanzar hacia la Europa que defiende a las personas, la de las libertades y la de los derechos humanos. » (en el diario El Mundo) Defiende la « libertad » en sí (primero « la libertad de expresión », con una marcada preferencia por la « libertad religiosa o de conciencia o de educación »). Retoma el argumento de la autoafirmación : « Uno puede ser lo que sea ». Vuelve a recitar la cantinela de la Doctrina Social de la Iglesia (« el bien común », « la Esperanza », « la transmisión ») la cual, tomada por fragmentos, ahoga a Cristo en el humanismo integral, o bien en el espiritualismo/ritualismo integral. Terrible sumisión al pensamiento común contemporáneo.
Cañizares viste la piel de un politiquero, ensalzando la voluntad humana (o « ciudadana », « comprometida »), la terquedad, la pugnacidad, la perseverancia, el extremismo, la omnipotencia de la (visibilidad de la) fe (confundida con la voluntad individual). Al fin y al cabo, Cañizares es un poco Alaska en su versión episcopal. « ¿ A quién le importa lo que yo haga ? ¿ a quién le importa lo que yo diga ? Yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré. ». Cuando los periodistas le preguntan si le afectan las críticas, él contesta, magnánimo, y con una autosatisfacción emocionada, todo y su contrario : « No. Me duelen. ¿ Cómo no me van a doler ? Pero no me afectan. Nunca bajaré la guardia. Dejaría de ser Antonio Cañizares como Dios me ha querido. » (en el diario La Razón, el 29 de marzo de 2017)
Cuando los medios se interesan por saber si « los católicos tendrán que salir más a la calle » (en el diario El Mundo), Mons Cañizares mantiene el discurso típico del líder de las facciones « católicas identitarias » anarquistas que privilegian la apariencia, la visibilidad, la acción, la resistencia, la protesta, la oposición, la venganza, el escándalo, el jaleo, la indignación, la acusación, a la reflexión, a la oración, a la dulzura, a la templanza, a la Verdad-Caridad, a la realidad, a la razón, a la adaptación al mundo, a la longanimidad, al silencio. Por ejemplo, no es de extrañar que el corazón de los periodistas del diario ultra-católico Actuall arde por este tipo de excitaciones bélicas y mesiánicas, por estos obispos pedreros y agitadores que exaltan un cristianismo de cruzadas : « Tenemos que ser cristianos no anónimos, que se nos note. Es necesario y a los obispos más todavía. » (Mons. Cañizares en el diario El Mundo) No estoy seguro de que Jesús hubiera dicho algo así.
Nuestra Cruz en Francia, son Civitas y los movimientos pro-Vida (Alliance Vita, La Manif Pour Tous, Les Survivants, etc.) o de ultra-derecha (¡… aunque los mismos desprecien la ultra-derecha !) que han atascado el debate y apagado la fuerza del análisis sobre la homosexualidad por su familialismo, su natalismo histérico, su vitalismo sin fondo, su victimización de los católicos y su demonización de los medios de comunicación y de los políticos. Y a vosotros, en España, por desgracia, lo peor que os podía tocar, eran Hazte Oír y Actuall. Aquellos grupos son sus Cruces internas. Hacen mucho ruido, se creen en lo verdadero, se fanatizan, van a la lucha mediática y polémica, sin amor es decir finalmente sin Verdad. Pretenden odiar a los medios de comunicación y a la política, pero están obsesionados por el impacto mediático y se pelean para obtener un puesto político o televisual o eclesial. Proclaman actuar a favor de la Iglesia, pero La desprecian en privado, y no rezan. Se lanzan en cuerpo y alma en el combate político, para « tener razón » y no para amar. Sus mensajes que van al choque por el choque en sí mismo son provacadores, hasta irracionales a veces. Ellos atacan, juzgan y dividen, sin amor, sin misericordia, sin reflexión profunda sobre la homosexualidad.
Como lo denunciaba Dom Jean-Baptiste Chautard en El Alma de todo apostolado (1905), « desgraciadamente, en la Iglesia, hay muchos canales y pocos depósitos. […] Los que rezan hacer más por el mundo que los que combaten, y si el mundo va de mal en peor es que hay más batallas que oraciones. » El discurso y los métodos de los zélotes nueva generación es una verdadera plaga, una gripe intelectual y espiritual, que los obispos deberían denunciar con toda la fuerza. De momento, estos últimos no lo hacen. Peor. Algunos imitan a esos grupos paramilitares y los justifican, mediante silogismos maquiavélicos (stricto sensu) en plan « El fin justifica los medios » proclamados con la tibieza de un Poncio Pilato que se está lavando las manos : « Los líderes de la campaña de Hazte Oír han dicho una cosa que es evidente y hoy decir lo que es evidente no se entiende. Aunque a lo mejor tampoco es prudente haber hecho una cosa semejante. Yo no apoyo ni denuncio nada, simplemente digo que la ideología de género es la más insidiosa de toda la historia. » (Mons Cañizares en el diario La Razón) De manera implícita, y por omisión, hasta Mons Cañizares se pone a defender a Donald Trump. De hecho, cuando le piden su opinión respecto al presidente norteamericano, él se contenta con rendirle un homenaje velado, esgrimiendo el complot mediático-político anticristiano : « Es curioso que muchos medios y políticos silencien muchas cosas de las que dice, como la defensa de los cristianos perseguidos. » (en el diario La Razón) « Bueno, lo digo de paso, como si nada… » Una vez más, no estoy seguro de que Jesús hablaría así. Y a mi parecer, Él debe estar llorando sobre el autobús Hazte Oír y sobre Trump y sus partidarios con manto rojo.
Algunos consejos filiales
Acabaré mi artículo con una advertencia para todos los católicos pro-Vida, y en particular para los obispos españoles que me leerán. No os preocupéis : será corta, amable, y podría aplicarse igual de bien a los obispos franceses (que en este momento, a causa de su orgullo, de su miedo y de su ignorancia, están rozando la muerte clínica en cuanto a la comprensión de la primacía de la homosexualidad en el escenario mundial, eclesial y escatológico)
1) Por favor, dejad de decir « los homos » o « los gays », o al contrario de usar circunloquios (« persona atraída por personas del mismo sexo ») que endulzan la realidad, que no llaman las cosas por su nombre o que son inaudibles : « las personas homosexuales » (he probado por vosotros) es el término que pasa más desapercibido socialmente y que asegura el mejor compromiso entre la Verdad y la receptividad del mundo.
2) El colectivo LGBT no es el lobby gay (no hay casi nadie detrás de la puerta « lobby gay ») sino el lobby heterosexual (del que forman parte la mayoría de los católicos, ya que casi todo confunden la heterosexualidad con la diferencia de sexos).
3) Os lo ruego, no demonicéis el Género (ni la palabra « homofobia »). No lo transforméis en pulpo gigante sin sentido, en trampa discursiva, en sistema oscuro o diabólico (como lo hacen patéticamente el cardenal Sarah o el cardenal Cañizares). Al contrario, tenéis que racionalizarlo, domarlo. Todo artículo que demoniza el Género, incluso de manera « científica » o mediante una persona homo o « ex homosexual », dejadlo. El Género es una suerte para denunciar la heterosexualidad, siendo esta última el mal principal, el diablo disfrazado de diferencia de sexos, una parodia de la sexualidad en la que se basan todas las reclamaciones legislativas a favor de « los homosexuales ». Sino, la mera referencia al « Género » sólo sirvirá el miedo, la homofobia, y a los fundamentalistas natalistas seudo « católicos ».
4) No seáis demasiado duros ni demasiado blandos. Sed humildes y no os hagáis de cruzados : la franqueza o la transparencia y la sinceridad no son la Verdad. Se puede querer el bien sin hacerlo, o querer decir la Verdad quitándola Su humildad y Su amor. La única Verdad que importa es la Caridad.
5) Ánimo. Cristo ha vencido abandonándose (en la obediencia al Padre), y no resistiendo. « No mi voluntad sino la tuya. » (Mateo 26, 43)